nube

Voy a contarte una historia de terror. Una muy corta.

Disco duro. Muerto.

Ese sonido. Ese ‘clic-clic-clic’ sordo que hace tu portátil justo antes de que la pantalla se funda a negro… y se lleve por delante tu tesis doctoral, ocho años de fotos familiares y ese proyecto para el cliente que entrega mañana.

Puf. Adiós.

Todos hemos estado ahí. O conocemos a alguien que ha estado ahí, con esa cara pálida y el sudor frío. Es ese momento helado en el que te das cuenta de que todo tu trabajo, tus recuerdos, tu vida digital… se ha esfumado.

Y es entonces cuando te acuerdas de ese colega pesado (hola, ese soy yo) que te dio la matraca con el “respaldo en la nube”.


¿Por qué nos Cuesta Tanto Hacerlo Bien?

Vivimos con una fe ciega en nuestros cacharros. Creemos que ese portátil tan mono, ese móvil de última generación o ese disco externo SSD que vuela son infalibles.

La verdad es que son bombas de tiempo.

Son plástico, metal y silicio esperando el momento justo para fallar. Y siempre, siempre, fallan en el peor momento posible. Es la Ley de Murphy elevada al nivel digital.

Pero espera, que la cosa se pone peor.

No es solo que las cosas se rompan. Es que te las rompen. O las pierdes. O te las roban.

El maravilloso mundo del ransomware. Esos emails de phishing que parecen de tu banco y, ¡premio!, te secuestran hasta el último byte a cambio de un rescate. O el clásico “me han robado la mochila con el portátil dentro”. O, seamos honestos, ese café que se derrama aparatosamente sobre el teclado.

Si tu vida digital solo existe en un sitio físico, estás jugando a la ruleta rusa. Y la pistola está cargada.

La Nube: Tu “Yo del Futuro” dándote las Gracias

Aquí es donde entra la nube. Y no, no hablo de meteorología.

Hablo de esos servicios (Crom Studio Cloud, Google Drive, OneDrive) que, por menos de lo que te cuestan dos cafés al mes, hacen una cosa maravillosa: copiar tus cosas a un sitio seguro.

Ya, ya sé lo que estás pensando. “Es que un problema”, “Es que es lento”, “Es que no me fío de que ’esos’ tengan mis cosas”.

Vamos a desmontar esto:

  1. ¿Problema? Los de hoy en día son faciles de configurar. Lo instalas, le dices qué carpetas quieres salvar (normalmente “Mis Documentos” y “Escritorio”, no te compliques) y te olvidas. Él solo, como por arte de magia, va subiendo los cambios mientras trabajas. Lo configuras una vez. Y ya.
  2. ¿Seguridad? Seamos francos. Es infinitamente más probable que tu disco duro casero se fría, que tu perro tire el portátil al suelo o que te entre un virus, a que los servidores blindados y replicados fallen todos a la vez. Las empresas de servicio de nube invierten miles de millones en seguridad. Tú, probablemente, no.
  3. ¿La verdadera ventaja? No es solo el “por si acaso”. Es la accesibilidad.

Estar en la oficina y necesitar ese archivo que jurarías que dejaste en el ordenador de casa. Estar de vacaciones y querer enseñar esa foto de hace tres años. Que tu portátil muera el día antes de la entrega… y simplemente ir a casa de un amigo, entrar con tu contraseña y respirar porque todo sigue ahí.

Eso, amigos míos, no tiene precio.


Deja de Jugarte el Cuello

Mira, al final del día, esto no va de tecnología punta ni de ser un techie. Va de sentido común.

Tener un respaldo en la nube no es una opción friki. Es el equivalente digital a tener una copia de las llaves de casa. Es ponerte el cinturón de seguridad.

Nadie piensa que va a tener un accidente cada vez que coge el coche, pero todo el mundo se pone el cinturón, ¿no? Pues esto es exactamente igual.

No seas esa persona. La que pierde todo. La que tiene que decir “lo he perdido todo” con la voz rota. Cuesta muy, muy poco evitarlo.

Hazlo hoy. En serio. Tu “yo del futuro” te lo agradecerá.